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Arcadia - 2

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- ¿Estoy soñando todavía?

Supongo que, de todas las preguntas que podía hacerle a la mujer serpiente azul, esa era la única que tenía sentido. Gente con pies en vez de cola, despertarse en el futuro, pantallas holográficas... lo de no estar tetrapléjica no, eso ya lo sueño de vez en cuando.
Nereida soltó una pequeña risita.

- No, cielo, estás bien despierta, vivita y coleando.
Me parece que aquí la que está coleando es otra que no soy yo.

- Tus constantes vitales están bien y tu enfermedad la curamos rápidamente cuando te sacamos de crioéstasis -continuó-, si bien has tardado unas horas hasta recobrar el conocimiento.
- Entonces... ¿dónde estoy? -pregunto, todavía algo incrédula- ¿Qué fecha es hoy?
- Hoy es veinte de agosto de 4437, y estás en la nave pirata Arcadia, en órbita geosíncrona alrededor de Tao Gamma...

Ah... Ahí va otra de mis miradas que parecen decir "qué me estás contando", porque la chica azul ha suspirado y manipulado su anillo para mostrar una pantalla holográfica al fondo de la pared. Ahí se muestra lo que vendría a ser el mapa de la galaxia, el sol y varios planetas, y un punto azul luminoso indicando la posición. Me fijo que los extraños caracteres del móvil-anillo-cosa holográfica de Nereida ahora tienen sentido y puedo leer lo que dice.

Pero que, vaya, estoy en el espacio. Y la ventana de la habitación es de pega, por eso se veía tan genérico el paisaje.

- Entonces, si estoy en una nave pirata, ¿soy una fugitiva? No recuerdo haber hecho nada malo...

O mejor dicho, no recuerdo nada.

- No es eso, es... -Nereida mira hacia abajo, como si le perturbara el hecho de estar en una nave pirata- Mira, voy a llamar a la capitana de la nave y ella podrá explicártelo mejor. Ahora vuelvo, ¿vale?

No puedo dejar de mirar el elegante seseo de su cuerpo. Me fascina cómo un cuerpo tan grande y pesado, porque imagino que debe pesar mucho tanta cola y tan gruesa, puede moverse con tal elegancia. Supongo que nunca me había parado a ver a una serpiente reptar por el suelo. Tampoco es que Nereida repte por el suelo, o no como una serpiente; está de pie de la cabeza a... hasta donde la gente normal tendría los pies, digo yo, y el resto de cola sí es la que serpentea en el suelo. Tengo tantas preguntas respecto a su fisionomía, pero recuerdo que ahora mismo, la rara seré yo. Joder, qué paradójico eh.

Me pregunto cómo será la capitana. Me empiezo a hacer algunas ideas, pero mi burbuja de pensamiento estalla al oír unos tacones aproximarse de manera firme y decidida. Qué alivio. Por un segundo pensé que todo el mundo era mitad serpiente en esta época. Oigo otros pasos, pero no tan marcados, y ¡zzzzt! Se abre la puerta.

A parte de la chica azul que ya conozco, la acompañan dos personas más: una mujer y un chico.
La mujer... me da miedo. No, miedo no es la palabra. Respeto, mejor dicho. Exhuma un aire de seguridad, de valor, de liderazgo. Se nota que es la que debe mandar aquí. Porque en aspecto físico tampoco es la repanocha: pelo azul oscuro y mechas naranjas, gafas rectangulares tipo secretaria, iris naranjas, dos brazos y dos piernas (me parece raro que tenga que recalcar esto), pecho bastante más grande que el mío. Viste tejanos y una camiseta de manga corta, y unas botas con tacón. Oh, y me olvidaba del detalle más importante: seis tentáculos en la espalda, azul y naranja en la misma proporción que el pelo, y con ventosas solo a un lado de cada tentáculo. Tan anchos como mi brazo y tan largos como dos veces mi brazo.
El chico no tiene nada que ver con la mujer-pulpo. Será que le ha chupado toda la presencia, porque casi no me doy cuenta de él. Pelo corto azul celeste, delantal y camisa de chef blanca. Le va ancho, como si quisiera ocultar algo. Espero que no sean más tentáculos. A pesar de ser un hombre, es más bajito que yo incluso, así como metro sesenta de alto. Lleva dos vasos de cóctel, uno en cada mano. No me cabe duda de que es el chef ahora.

- Alicia, te presento a la capitana Andrade -Nereida abre la mano, como presentándomela con respeto- y el chico es nuestro cocinero Finn Snowgale. Te ha traído algo para beber.
- Por favor, llámame Valira -dice la capitana, condescendiente y segura de sí misma. Tiene una voz que parece que me hechice, es difícil de explicar.
La capitana coge los vasos de Finn con sus tentáculos y se me acerca a mí, sentándose en un lado de mi cama.
- Eres un encanto, ¿lo sabías? -me dice, acercando más su cara hacia la mía- Aunque estás un poco desmejorada.
- Capitana, con el debido respeto, Alicia acaba de levantarse de un letargo milenario, no esperará que tenga buen aspecto físico...
- Ya lo sé, Nereida, solo quería romper el hielo.

De repente, la mirada de Valira se vuelve más intensa. Sus pupilas se dilatan al máximo, el blanco de sus ojos se vuelve púrpura. Está invadiendo mi mente. Estoy perdiendo el control sobre mis pensamientos. Es como... si un polizón se colase en la cabina de mando de mi coco y agarrase el timón.

- Ahora, Alicia, cariño, vas a tener que responder a mis preguntas, ¿vale?

Espera... ¡pero si la que tiene preguntas soy yo!
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